Veo que a muchos jóvenes católicos les gusta la música en la
liturgia. No la música del órgano, ni tampoco los cantos corales clásicos.
Prefieren su música llena de ritmo, palmadas, movimiento, varias voces, letras
intimistas con expresión abierta de su fe y su amor a Cristo.
Como intuyo que esto les ayuda en su vida cristiana, pues me
parece estupendo.
Muchos son los caminos que han llevado, llevan y llevarán a
Dios. También el silencio, el gregoriano, la música popular o la de Bach. La
Iglesia es muy variada. Vi imágenes de una misa en Kenia, y todos se movían al
ritmo de una repetitiva y hermosa tonada.
Lo esencial es invisible, y va por dentro.
Magdalena Velasco nos anima abordar la realidad con mirada más amplia. Podríamos decir que Dios tiene sus caminos, que la mayoría de las veces no coinciden con los nuestros.
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