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lunes, 5 de junio de 2017

LOS MANUSCRITOS DE SAN JUAN








En 1936 vivía en Toledo un matrimonio inglés enamorado de España: Roy Campbell y su esposa Mary, junto con sus hijas Ann y Tess. Él era escritor y poeta, amigo de Chesterton, Tolkien y Lewis.

Los Campbell habían venido a España en 1933,llenos de espíritu aventurero. Residieron en Altea(Alicante), y allí se decidieron a entrar en la Iglesia Católica. Fijaron después su residencia en Toledo a la que Campbell llamó "ciudad celestial, que significa para mí más que el mundo entero". En los primeros meses de la guerra civil escondieron en su casa a varios religiosos carmelitas perseguidos por los milicianos comunistas. Una vez salvado el primer peligro, los carmelitas pidieron a Campbell que guardara en su casa los manuscritos de San Juan de la Cruz y otros documentos valiosos de la Orden. En efecto, todo se guardó en un arcón en el vestíbulo de la casa.

Todos los carmelitas fueron poco después asesinados y la biblioteca quemada. Los milicianos revisaron la casa de Campbell, pero no abrieron el arcón. Así se salvó este tesoro.

Tanto él como su esposa fueron conscientes de que en la guerra de España se jugaba el destino del mundo libre.

Campbell tradujo las poesías de San Juan de la Cruz al inglés.

Su vida aventurera está contada en "Roy Campbell. España salvó mi alma" de Joseph Pearce, Ed Libros libres.

Dicen que Roy Campbell inspiró a Tolkien en personaje de Aragorn en el señor de los anillos.


domingo, 22 de junio de 2014

WILDE POR DENTRO


 

 

 


El cine no deja de  revisitarle : “A good woman”, “La importancia de llamarse Ernesto”, “El abanico de Lady Windermere”... Obras de una ligereza encantadora, como la espuma del champán. 

Pero la biografía de Pearce nos acerca a un Wilde mucho más profundo. Un Wilde obsesionado con la idea de hacerse católico; un Wilde hipócrita victoriano que deja en su casa a su fiel Constance y a sus hijos para correr de hotel en hotel con muchachitos dulces ; o que emprende viaje a Argelia con Lord Alfred Douglas en busca de efebos. Que afirma  que “no hay obras morales o inmorales, sino literatura buena o mala”.Que se odia a sí mismo por sus debilidades y se ama a sí mismo por sus excentricidades.

Éxitos, murmuraciones, dinero, viajes, placeres de todo tipo, amigos. Y la sensación enervante de ser el hombre de moda en Londres, en Nueva York y en París.

Así hasta la gran caída que supone su demanda a Lord Queensberry,  padre de su joven amante por calumnias. No vio el peligro hasta que estuvo en él. La demanda se volvió en su contra, y una multitud de testigos le habían visto en decenas de situaciones comprometidas.

Llega así su ingreso en prisión, sus trabajos forzados (¡Oscar Wilde en la rueda de andar, seis horas seguidas!), la crueldad innecesaria con que fue tratado, y su famosa Balada  de la cárcel de Reading, así como su carta al joven Douglas, cuyas hojas numeradas le eran retiradas cada noche por su guardián.
 
Allí Wilde se reencontró con su alma, e hizo propósitos de nueva vida. Pero una vez libre, no logró ver a su esposa ni a sus hijos, y volvió a pasar unos meses con el autor de sus desdichas, Alfred Douglas, que no pudo soportar su decadencia. Ya no podía escribir. El hombre de mundo era abandonado por el mundo.

 Murió en París, en una buhardilla, sin un franco, acompañado sólo de algunos amigos. El día antes de su muerte un sacerdote le aceptó en la Iglesia Católica y le dio los últimos Sacramentos.

Pearce destaca algo esencial en Wilde: su vida puede calificarse de inmoral, sus palabras de paradójicas y escandalosas, pero sus obras…sus obras, desde los Poemas a los Cuentos, desde el Retrato de Dorian Grey hasta cualquiera de sus obras teatrales tienen un profundo fondo moral y cristiano en  los que la verdad triunfa sobre la mentira y el bien sobre el mal.

Curiosa paradoja del genio de las paradojas.