Larra en su artículo “Las antigüedades de Mérida” narra su
viaje de Madrid a tierras extremeñas, y describe lo que ve:
El ruido se iba por fin
apagando, y Castilla en tanto desarrollaba a mi vista el árido mapa de su
desierto arenal, como una infeliz mendiga desplega (sic) a los ojos del
pasajero su falda raída y agujereada en ademán de pedirle con qué cubrir sus
macilentas y desnudas carnes.
Y más adelante: El
carruaje vaga solo (…)en la inmensa extensión del más desnudo horizonte .Ni
habitaciones ni pueblos. ¿Dónde está la España?
¿Dónde está España? Los escritores del 98 recibieron de Larra
esta visión desolada de Castilla. Pero añadieron una mirada llena de ternura
ante la austeridad y pobreza de estas tierras, y una visión histórica heroica.
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