“El castellano viejo” es un artículo inmortal de Mariano José
de Larra. Nos habla de la cortesía, y lo hace a partir de la narración de una
comida de cumpleaños en una casa
burguesa, a la que asiste el propio Fígaro, y que le provoca una amarga
reacción.
Se contraponen aquí dos manera de entender la educación. Por un lado lo que se podría
llamar la “politesse” francesa, esa convivencia quizá hipócrita, pero delicada,
que disimula errores, sonríe con naturalidad, procura agradar, se viste de
manera correcta, etc. Y de otra la franqueza cuasi grosera de un castellano viejo,
cuyo comportamiento está impregnado de mal gusto y vulgaridad, presentadas como
sencillez y franqueza.
¿Será verdad que la sociedad que Larra retrató a principios del XIX sigue viva dos
siglos después?.
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