En “la Traviata” de Verdi siempre
me llama la atención un hecho curioso. Junto al protagonismo absoluto de Violeta
y Alfredo, aparece otro personaje de papel en apariencia deslucido, Germont, el padre del protagonista, cuya parte
va cobrando una fuerza cada vez mayor gracias a una música maravillosa para su
voz de barítono o bajo. Poco a poco se hace con el escenario, y su papel iguala
en interés al de los amantes.
Es el poder de la música, que
supera al libreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario