La fiesta, toda fiesta, es el
resplandor alegre de un hecho que merece ser celebrado. Lo que importa no es el
cómo de la fiesta, sino el QUÉ se celebra.
Cuanto más importante y verdadero
es el hecho, más solemne y real es la fiesta.
Actualmente, en esta sociedad de apariencias, la fiesta se desliga de su
causa. Se festeja artificialmente. Pues con frecuencia no hay nada que
celebrar. Por eso muchas fiestas resultan vacías, carentes de sentido, carentes
de alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario