En donde esté una piedra solitaria/ sin inscripción alguna/ donde
habite el olvido/ allí estará mi tumba.
Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta
romántico, escribió estos versos estremecidos de dolor y de presagios de muerte joven…
El gran poeta del 27 Luis Cernuda
retomó el poema, llenándolo de un mayor nihilismo:
Donde habite el olvido/, en los vastos jardines sin aurora/,donde yo
sólo sea/ memoria de una piedra sepultada entre ortigas…
¡Qué extraordinaria intertextualidad,
hacer propia una metáfora ajena y continuarla de una manera tan hermosa…!
Pero ambos se equivocaron
respecto al olvido…
El olvido. Prodigioso y necesario en el hombre es su memoria del olvido. Recordar cada mañana que puede olvidar la desgracia, la carencia, la ausencia. La memoria del olvido es al hombre lo que el bastón al peregrino. Sí, perdono, sí olvido.
ResponderEliminarPero la literatura salvó a ambos del olvido que presagiaban.
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