Larra fue el primer periodista español.
Su pluma nunca es benévola, siempre es crítica, irónica, y pone el dedo en la
llaga.
Su dramático suicidio a las 28 años, cortó el
hilo de la vida al mejor prosista español del XIX .Larra no se mató por el
rechazo de la bella Dolores Armijo, sino por la evidencia de que la España que
él soñaba tardaría tanto en llegar, si llegaba, que él no la vería. Se mató por
impaciencia.
Su temperamento apasionado, su inteligencia,
su pasión política y social, estaban fuera de lugar en una sociedad tan
acomodaticia y aburguesada como la que le tocó vivir.
Su obra inspiró a la Generación
del 98, y, a través de ellos, dio frutos de modernidad. Leer hoy a Larra es
leer a un contemporáneo nuestro.
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