jueves, 19 de junio de 2014

EL DIABLO Y SU SOBRINO



 


 Cartas del diablo a su sobrino”, de C.S.Lewis, es  una obra epistolar divertida y profunda aunque de perspectiva disparatada. Parte de la intuición de que los hombres tenemos, además de un Ángel que nos guarda, un demonio que intenta perdernos. En el caso que nos ocupa, leemos las cartas que un demonio viejo y malo escribe a su sobrino novato en el arte de tentar a un hombre, en este caso un inglés joven recién converso al cristianismo.

Lewis nos pinta un mundo al revés, en el que lo malo es bueno y lo bueno malo, Dios es el Enemigo y Satanás es Nuestro Padre de las Profundidades. Los consejos del Diablo distan de ser burdos, sino sutiles, pues no se trata de conquistar almas ya enfangadas en el mal, sino cristianos que rezan y están decididos al bien. La tarea del demonio  pasa por evitar el diálogo abierto, fomentar la confusión, la autocompasión y el sentimentalismo. Es preciso impedir  a toda costa que el joven “paciente” se relacione con cristianos experimentados, alejarle de los placeres sencillos que hagan fácil acordarse de Dios, y confundirle con razonamientos absurdos y viciados en su lógica.

La obra, impregnada de un sutil humor, requiere para su disfrute un mínimo de connaturalidad y una aceptación implícita de los presupuestos del autor: Dios existe y actúa, y el demonio también. Sin eso, se trataría tan sólo de un ingenioso juego mental.

 

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