Un libro es un objeto hermoso. Su
forma de paralelepípedo, su portada quizás vistosa, su tacto, suave y firme a
la vez, nos atraen. Sobre todo el libro es un objeto prometedor. Al tomarlo en
las manos, al ojearlo, al mirar sus imágenes, su índice, nos hacemos una idea
de lo que nos espera en él. A veces nos decepciona inmediatamente, porque no
nos interesa el tema, o porque intuimos
que es flojo o está mal escrito. Entonces recordamos que Cervantes decía
que “no hay libro tan malo que no tenga
algo bueno”. Pero dejada la bonhomía del autor del Quijote también comprendemos
que hay libros que no valen ni el peso del papel en que están escritos.
¿Asistimos al final del libro como lo
hemos conocido? ¿Sustituirá la pantalla del ordenador, el e-book, la tableta,
al papel hecho de celulosa? ¿Se dejará de fabricar papel?
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