“Jane
Eyre” se ha convertido en un clásico
de la literatura inglesa, que recoge los ecos de la denuncia social de Charles
Dickens matizada por la forma femenina
de ver la realidad que propuso Jane Austen. La joven Jane es una heroína
romántica, huérfana de padre y madre, educada en un horrible orfanato que se
propone hacer de las niñas que sobrevivan al frío y al hambre “mujeres resistentes, pacientes y abnegadas”.
Con la ayuda de una de sus profesoras, Jane se convierte en una joven culta y
modesta que obtiene trabajo como institutriz de una pequeña de 8 años, que vive
en una casa solariega: Thornfield.
Así comienza la parte más novelesca
de la historia, con la presencia del dueño de la casa, el señor Rochester, y el
profundo misterio que la casa custodia. Tras múltiples sucesos en los que Jane
muestra su inteligencia clara y su firme voluntad, así como sus delicados
sentimientos, la autora nos permite desembocar en un final feliz casi
imposible, que aparece como premio a la virtud templada en la dificultad.
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