Doce hombres forman un jurado. Es
precisa la unanimidad para la pena de muerte que parece inexorable. Uno de
ellos no está convencido y dice “No culpable”. Entre enfados e impaciencias se
va revelando el mar de prejuicios con el que van a tomar-con el que solemos
tomar-una grave decisión. En un lento proceso, la unanimidad cambia de signo.
Ya no lo tienen tan claro. Los doce hombres sin piedad han encontrado esa noche
tormentosa el camino de una humanidad más plena.
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