lunes, 20 de enero de 2014

NÁUFRAGOS




Cuando Tom Hanks naufragó en una isla desierta, algunos pensaron que iban a ver un nuevo Robinson Crusoe, un anglosajón decidido y civilizador, ingenioso y técnico. Pero no hubo nada de eso.Hanks era un niño torpe y desvalido, sollozante y obsesivo.

Crusoe, el hombre ilustrado, confiaba en Dios y en sí mismo, creó su propio destino .En su soledad, se defiende, se instala, reza, siembra, amaestra, recorre la isla.

Definitivamente, nos hemos vuelto vulnerables, ignorantes y sentimentales.

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